FRENTE AL MUNDO (Las Consejas)

AÑO:   2001  |  TAMAÑO:  24” x 30”  |  TÉCNICA:  Plumilla | Óleo

FRENTE AL MUNDO
(Las Consejas)

AÑO:   2001
TAMAÑO:  24” x 30”
TÉCNICA: Plumilla | Óleo
Nilsa Justavino - Frente Al Mundo

Hay tres planos: la desnudez del lado izquierdo, en contraposición con la rigidez del muro y al centro, la boca, balcón del pensamiento, del alma, de lo sublime y de lo prosaico en el hombre. En el trasfondo, entre penumbras, los ojos entre la fronda y debajo del balcón difamatorio, están la enredadera, los ojos de las sombras, los ojos de las paredes, es decir las murmuraciones.

Ente controvertido la fémina de nuestros días y la de siempre. Mal entendida, sojuzgada, vilipendiada, desplazada y paradójicamente codiciada, ensalzada y elevada a niveles imposibles, que trascienden tu humanidad. Se espera que seas incólume, sublime, abnegada, sustraída de tus propios instintos y deseos, generosa, desprendida.  Se te condena por auténtica, independiente, realista, egocéntrica, resuelta o libre. Se te ata a un sinnúmero de convencionalismos desde que la humanidad se reconoce a sí misma, e infelizmente, por condicionamiento, tú misma, interiormente lo has tomado como una «verdad» bíblica, como un dogma decretado de lo alto — inexorable, indiscutible, irredimible.

Cuando en toda tu sinceridad de hembra, de ser humano encaras la vida, luego de salir del atavismo del hogar de la burbuja inmovilizante de las reglas fraternales y filiales, te encuentras inerme ante la hipocresía, la sorpresa o la indiferencia de tus congéneres. (La mujer es la loba de la mujer).

La sociedad, amparada tras sus cánones rígidos  y arbitrarios de conducta la emplaza, te atisba, te censura, te conmina a someterte o te advierte el precio de tu insubordinación. Y las reglas tienen ojos y oídos. Se ramifican, se reproducen, se enredan, se entretejen, se extienden, regeneran y evolucionan según se necesiten. Por eso, el muro uniforme, simétrico, matemático; por eso, la ventana cerrada y cristalina, donde se asoma informemente  el juicio de los «rectos» , de los «honestos», de los «moralistas», como un recorderis permanente de que «el ojo de Dios nos ve». Un dios que no se reconcilia con la autenticidad de los seres, sino con sus fallidos arrepentimientos ante normas insuperables e imposibles de cumplir.

También se ramifica la habladuría, la crítica, la “buena intención”, que no arraiga porque no tiene contexto, ni fondo. Se extiende, porque como la hiedra se aferra entre las grietas, pero no es capaz de sostenerse sola cual tronco fructífero, vital, tenaz ante los embates del tiempo.

¡Ay, mujer! Que en la «debilidad» de tu carne, y en la «fragilidad» de tu ánimo se hunden con saña las garras de la incomprensión. Paradójicamente, eres tú quien crea, quien procura la evolución de esa misma humanidad que te impide ser tú misma. Tú nutres, educas, condicionas a quienes posteriormente serán tus seductores, tus detractores, tus verdugos….

Escrito en 1992.

Nilsa Justavino - Frente Al Mundo